lunes, 28 de enero de 2013

CURIOSO.

¿Creíste que si desaparecías iba a poder olvidarte y no echarte de menos?.


Recuerdo esa sensación entre rabia, decepción y dolor, sobre todo dolor agudo y lacerante, cuando cerraste todas las puertas entre tú yo, si es que alguna vez hubo un tú y yo… porque hoy al levantarme y ver como brillaba el sol le sonreí al día desde mi ventana y no me acordé de ti, ni te eché de menos, pude que por primera vez desde que nos despedimos sin despedida y me he dado cuenta hace un ratito.

Y sabes que las sirenas somos de complacer a nuestros amigos, pediste que te olvidara y te he olvidado, ya sabes, a eso ayuda mi neurona oxidada y mi memoria de pez y si, me he dado cuenta hace un ratito, que empecé a escribir y al terminar he visto sorprendida que entre mis renglones ya no quedaba rastro de tu nombre.

Y he vuelto a sonreír, porque ahora, desde la distancia que da el que ya no duela, solo puedo sentir el alivio de que hayas desaparecido de mi vida, que curioso, seguramente sea lo mejor que hayas hecho por mi y ni siquiera puedo darte las gracias.

EL SURGIO DEL AGUA

Recuerdo perfectamente la primera vez que le vi, me pareció la criatura más hermosa del mundo, una perfecta estatua griega que hubiese escapado del museo arqueológico y hubiese tomado vida.

Mientras hablaba con una amiga común solo podía mirarle y pensar que podría pasarme las horas modelando en barro su precioso pelo ensortijado, su perfil perfecto, su largo cuello de cisne sin alas… recuerdo que cuando volvió del agua y empezó a presentarle mi amiga, yo estaba cambiándome de zapatos y tuve que pedir que esperara un segundo, (para variar mi don de la oportunidad es único ya me conocéis). Luego cuando pronunció su nombre pensé, “si es que hasta el nombre lo tiene bien puesto, habrá que vigilarlo, para que no se ahogue si se descuida contemplando su imagen reflejada en el agua”, luego reí para mi misma y me dije, “anda, anda, cuidadito no seas tú quien se ahogue mirándolo, sirena, ¡que es muy joven!” y adopté esa postura en mi tan habitual de madre, una infalible y perfecta muralla que no se ve ni a penas se detecta y que coloco probablemente para poner una distancia de esas que no hay forma de salvarla.

Luego fui conociendo a la gran persona que es, inteligente, honesto, con un gran sentido del humor, apasionado y comprometido con las cosas que le gustan y cree, humilde … creo que no tiene espejos en su casa o sus espejos le mienten, esta sirena nunca entendió eso de vuestros espejos humanos y no sé muy bien que hace alguien como él, en un grupo como el nuestro… así que surgió esa otra parte de mi incontrolable e insufrible que es hacer de Celestina, bien lo sabéis, él también, lo confieso, lo ha sufrido en sus carnes, por ello pido perdón a todos los dioses, me echó en cara el que quisiera emparejarle, insisto que es una parte de mi que no puedo controlar.

No se como nos quedamos solos a la hora de irnos de la fiesta, yo le había ofrecido que se quedara en casa a dormir para que no condujera hasta su pueblo, ¿queréis no pensar mal?, tengo una habitación de invitados y le prometí, y todos sabéis que mi palabra es ley, no meterle mano, pero entre bromas me dijo que llevaba mucho sin beber y que si no iba a meterle mano, estaba bien para conducir, que si, que ya me conocéis y soy una enreda, pero también sabéis que no soy peligrosa, emmm, bueno, no siempre.

Ya habíamos acordado que me acercaría al menos a casa para que no fuera sola, el había dejado de beber, pero yo no, y cuando me soltó eso de “me gustas tú…” para explicarme que mis intentos de Celestina eran en balde, lo reconozco, me asusté, se bien que el alcohol hace que uno actúe más con los sentidos que con la cabeza, y aunque sé que lo dijo de modo general y por ser galante, vi al hombre que es y no al niño que yo me empeño que sea, así, cuando nos alcanzó otro amigo y se ofreció a llevarme, ahí, justo ahí, me dije “quien evita la ocasión, evita el peligro”, no porque no me fiase de él, si no porque no me fiaba de mí misma y me fui con nuestro otro amigo… haced el favor que os oigo, no soy cobarde, pero quedarme no hubiese sido valentía, si no inconsciencia, ¡coma etílico más bien!.

Al día siguiente además de una tremenda resaca, sentí vergüenza de mi comportamiento, él lo había dicho en broma y yo me asusté como si lo hubiese dicho en serio, ¿pero de donde sale ese ego absurdo?, decididamente tengo que dejar la cerveza, encima haberme ido cuando ya había dicho que me acercaba no estuvo bien, lo se, tampoco está bien que le trate como a un crio, se que a veces le molesta, pero él necesita alguien con quien pueda hacer planes de futuro en el que se contemplen hijos, familia, yo vengo de vuelta de todo eso, le aprecio como amigo y como hombre es algo excepcional, pero las cosas son como son y las sirenas somos traviesas, pero tenemos muy claro que hay zonas en las que no se puede nadar.

Por eso sentía que debía darle explicaciones por si se hubiera molestado y le dije algo así como tenemos que hablar… pero no pudimos encajar agendas y parece que no está molesto, así que correré un tupido velo sobre lo que pasó, seguiré tratándole como a un niño y él seguirá diciéndome que parezco una maestra y olvidaré este episodio de mi vida en cuanto le de al intro para colgarlo en este blog donde os cuento todas esas cosas que esta sirena no entiende del mundo de los humanos, así sabréis que sigo viva, que sigo haciendo la idiota por ahí y que a veces suelto los deditos en el teclado para dar un toque de humor, a todas estas cosas que me pasan que en realidad son una ¡vergüenza!, prometo enmendarme y portarme bien… o no… que luego tendré que cumplir mi palabra.

miércoles, 9 de enero de 2013

Desde una nube por ti.

Hoy por ti, voy a vencer mi vértigo y subirme a una nube para contemplar tu vuelo, así desde el cielo, entregarte mi regalo para un día tan especial, no, no voy a felicitarte, debería felicitar a todos y cada uno de los que tenemos la suerte de conocerte.


Me pediste un roscón de Reyes, pero ya sabes que aunque soy de complacer a mis amigos, hay normas que no rompo y si eres goloso, digo yo, que lo mismo te da una tarta.

Para ti de chocolate amargo como la distancia y negro como tus alas, no me mires así que nos conocemos, ¡claro que lleva sorpresas dentro!, para arrancarte una sonrisa y mimar esa parte tuya tan niña, curiosa y traviesa que siempre me desarma.

He metido en ella un trocito de cielo, no cualquiera, si no de ese precisamente que rocé con mis dedos el día que te cruzaste en mi vida, no hay ninguno más bello, de echo creo que antes de ti ni siquiera existía el cielo.

También hay dentro un Beso, si, sólo uno, pero ese que sólo tú y yo sabemos, no se necesitan más besos, es más, el resto, no deberían llamarse así o tendremos que inventarnos un nombre para ponérselo a este Beso.

Hay también cosquillitas, las que producen mis dedos al rozar tu espalda cuando paso por tu lado y te pillo descuidado soñando, no se resisten a tocarte, ya sabes que a penas puedo controlarlos, ¿qué te cuentan cuando escriben en silencio sobre tu piel?.

Me ha costado envolver esta caricia, no tiene límites ni de tiempo ni de espacio, ten cuidado, si te toca, al abrirla, la he comprimido tanto que lo mismo se derrama por tu cuerpo inundándolo y a ver como luego te deshaces de ella.

También hay una moneda, es mágica, la he fabricado con mis propias manos, acero de mis escamas y sueños, si le da el sol, en forma de holograma, se pueden leer todos y cada uno de los susurros que te he dedicado, dedico y dedicaré.

Hay un paquetito en el que he envuelto un ramillete de latidos, de esos revoltosos que he cogido al azar de donde los guardo cuando me los provocas, para echar mano de ellos en días grises y tristes, son el mejor remedio contra la soledad.
He metido un "ladito" ese que siempre pido que me "eches" para cuidar de tus sueños, velarlo y acompañarlo, cuidarlo para que acuda cuando lo llamas, dibujarte con palabras los más hermosos  escenarios en el fondo del mar.

¿Te animas?, venga, toma el cuchillo y corta a ver que te toca, como es tu cumple si quieres, pero no se lo digas a nadie, dime al oído que es lo que quieres y yo te digo por donde, ¿qué las quieres todas?, no tienes remedio, anda, toma, te cambio el cuchillo por la cuchara y ya puedes empezar, ¡luego no me pidas cuentas si te empachas!, que siempre es bueno que haya una sirena en casa.

¡Ah!, claro, se me olvidaba, por supuesto que también hay una sirena, pero esa niño, cortes por donde cortes, ya te ha tocado, lo siento, ya te dije que quien tiene una sirena, la tiene para siempre y tú eres el océano de esta sirena, no se te puede querer más, imposible quererte menos.