martes, 3 de noviembre de 2009

CUANDO TODO SE DERRUMBA...




Me has hecho tanta falta estos días... en los que la tristeza se ha hecho fuerte en mi pecho, cuando la soledad ha sido infinita y las lentas horas eternas. Las noches, incluso las de luna llena, han sido oscuras como mi alma. He necesitado tu abrazo, ese que me cobijaba en la desolación, quedarme pegada a tu pecho, sentir tu piel fundirse en la mía como solo tú y yo sabemos, tus caricias suaves, tus besos perfectos, que aliviases este dolor insufrible socavando mi cuerpo con tu cuerpo. No estabas para que me dijeses que podía hacerlo, tragarme mis lágrimas para recoger la de los míos, darme la mano e insuflarme las fuerzas que me faltaban...
Me has hecho tanta falta estos días, que me he tapado la boca con las dos manos para no llamarte hasta hacerme daño en los labios, me he tenido que ir de aquí para amarrarme los dedos y no pedirte que me abrazaras, para no llorarte en palabras todo lo que me dolía en el alma, para no reprocharte que no has cumplido tu promesa y yo creí en ella, sabía que nunca más iba a estar sola porque desde que te lo prometí nunca solo te he dejado, sabes de lo que hablo, que no siempre me lo has puesto fácil y nunca te he fallado...
Pero me has dejado sola, amor, sola como nunca lo he estado, tan sola que ni yo misma me he hecho compañía, sola cuando el mundo se me derrumbaba al rededor y no encontraba las fuerzas para ponerme en pié, me has hecho tanta falta que al no poder silbarte para que me ayudaras a respirar, creo que me ha faltado el oxígeno demasiado tiempo y he muerto asfixiada. Se ha hecho una herida en el alma tan profunda como irreparable, que ahora se lo que es la muerte en vida, que el corazón lata solo para transportar la sangre, que ni llorar puedo porque el dolor es solo de los vivos, que he observado las lágrimas de los que me rodeaban con envidia, al menos les duele el corazón, porque aún lo siguen teniendo...
Me has hecho tanta falta estos días que al fallarme cuando más te necesitaba, sin motivo, sin cometer ninguna falta, por propia voluntad y en un acto de egoísmo supremo del que nunca te creí capaz, has conseguido lo que tanto deseabas...
Muerto está mi corazón, ya no puedo amarte.