miércoles, 21 de diciembre de 2011

Este jueves un relato: Cuento de Navidad. El columpio.

¿Te acuerdas?, de esto hace ya algunos años.



Cuando aparezco me espetas malhumorado:

- ¿Porqué estás aquí?, yo no te he llamado.



Te sonrío como siempre que me hablas de malos modos, no eres un mal niño, es que te da vergüenza demostrar la tristeza y la cambias por ira, te recojo la gotita de agua de la frente*, me la llevo a los labios y confirmo que es salada, estás boca abajo colgado por las piernas del columpio y los ojitos rojos de llorar...



- Mmmm, es cierto, tú no me has llamado, me ha llamado tu corazón, ¿no sabes que el corazón por mucho que quieras callarlo siempre encuentra la forma de hablar?.



Con la agilidad que dan los 8 años de un salto te plantas delante de mí con los brazos en jarras y esa mirada de “no me vengas con cuentos que ya soy mayor” y escondo una sonrisa de esas amplias con mi pelo para que no me veas reír.



- ¿Dónde cenas en Noche Buena?.



He dado en el clavo, te veo bajar la mirada para contener de nuevo las lágrimas y en un susurro me dices tan bajito que casi no lo escucho...



- En casa de los abuelos, pero papá no va a venir. En Noche Vieja ceno en casa de los otros abuelos y es mamá la que no vendrá y yo quiero cenar con los dos como siempre.

Ya no aguantas y rompes en un llanto inconsolable, y así, vulnerable me dejas cobijarte en mi regazo y acariciar tu pelo que hace un momento volaba del revés...



- No llores, ya sé que las cosas este año han cambiado, pero cuando se quiere a alguien no importa lo lejos que esté, siempre hay forma de tenerlo a tu lado, para eso está la magia, ¿es que no te he enseñado nada?, veamos – saco un par de conchas, un cuadernito de notas y un rotulador dorado, las coloco una al lado de la otra abiertas y te alargo el cuaderno y el rotulador- esta nota se la vamos a escribir a papá, ponle lo que le querrías decir si estuviese a tu lado en la cena de Noche Buena, y esta nota se la escribirás a mamá y le dirás lo que le querrías decir en Noche Vieja, luego las guardas en las conchas y se las das una a cada uno, que las abran a las 12 de la noche y a esa hora exacta piensa en ellos, así, aunque lejos, estaréis juntos.



Me miras resplandeciente, con esmero escribes algo en cada una de las tarjetas, miras mis escamas como pidiendo permiso y te lo doy, y metes la nota con una escama de mi cola en cada una de ellas y las cierras.



- Recuerda que aunque tu papá y tu mamá ya no quieran estar juntos, tú sigues siendo importante para ellos y aunque ahora tengas que compartir los tiempos, siempre los llevarás en tu corazón y tú en el de ellos.



Me das un sonoro beso en la mejilla y me despides dejándome balanceándome en el columpio.



Recuerdo que pensé, espero que no se me congele la cola con este frío invernal.



Colorín colorado, este cuento se ha acabado.



*Para los que no lo sabéis, lo de la gotita de agua en la frente, es de un cuento que le escribí al niño de un amigo, se llama "El secreto de la sirena", si queréis leerlo pinchad en el título y por si no queréis ir os dejo el final del cuento que es donde se explica, desde entonces mis amigos siempre me llaman poniéndose una gotita de agua en la frente... ¡la magia de los cuentos!...

"- Cuando por las noches tengas miedo, moja tu dedo en un vaso de agua y ponte una gotita en la frente, ya sabes, sin agua no puedo convertirme en sirena, cierra los ojos y yo apareceré en tu mente, pensarás que sólo me imaginas, pero estaré ahí de verdad, recuerda que antes no creías que existiesen las sirenas. Háblame, cuéntame lo que te da miedo, que yo te escucharé y me quedaré a tu lado para protegerte de todo, ¿vale?, cuando se conoce a una sirena, ya nunca se está solo."



Resto de cuentos navideños en casa de nuestro querido Gus

martes, 13 de diciembre de 2011

Veleta

No encuentro la forma de enredarte
entre mis versos
y que no puedas escaparte nunca de ellos
y dejes de mezclarte en mis sueños,
en mi piel,
en mi boca,
dejes de cabalgar en mi sangre
y hacerte grito en mis latidos,
no encuentro la manera de desterrarte,
del desierto cálido y soleado
de este corazón que has colonizado
y poseído,
cuando me rindo y caigo exhausta
de esta guerra que mantengo
con el amor,
sólo me quedan fuerzas
para desear descansar en tu pecho,
cobijada en tu abrazo.
Tú mi amor y mi guerra,
tú mi amor y mi descanso.
Yo...
de contradicciones
una madeja.
Yo...
la loca que susurra
al viento.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Este jueves un relato: Mascotas.

No me gustan las mascotas, debe ser por mi parte medio pez, ya llevo un animal conmigo a todas horas, ¿qué eso no vale?, pues bueno, veamos...

Le regalé a mi padre un Diamante, no es una piedra preciosa, es un Diamante mandarín y es un pájaro, solo tenemos en común que nos encanta el agua, así que el otro día le iba a cambiar el agua de su bañera, y de repente salió volando y no se como, yo también dentro de él, y subimos, subimos hasta tener una nueva perspectiva del mundo, desde tan arriba, el tiempo, ese que se escurre como el agua de mar en mi pelo, se paró casi en seco, pero no es que se parara, es que la nueva perspectiva del mundo desde esa enorme distancia lo había hecho mucho más lento, el mundo como un todo, no desde el insignificante punto de vista de una simple sirena, un ser vivo complejo pero único.

Un fundido en negro y de repente el tiempo volvió a escurrirse por mi pelo, el Diamante, Cerrojito se llama, me miraba como siempre girando rápido su cabeza como diciéndome, ¡estás como una cabra! y es que ya os he dicho que ¡no me gustan las mascotas!.

Ahora todas las mañanas me recibe como siempre piando alegremente y yo lo miro con ojeriza y le espeto, “si, pía, pia, pero yo se que no eres un pájaro cualquiera”.

El resto de ese odioso mundo de las mascotas en casa de nuestro queridísimo GUS