Cuando aparezco me espetas malhumorado:
- ¿Porqué estás aquí?, yo no te he llamado.
Te sonrío como siempre que me hablas de malos modos, no eres un mal niño, es que te da vergüenza demostrar la tristeza y la cambias por ira, te recojo la gotita de agua de la frente*, me la llevo a los labios y confirmo que es salada, estás boca abajo colgado por las piernas del columpio y los ojitos rojos de llorar...
- Mmmm, es cierto, tú no me has llamado, me ha llamado tu corazón, ¿no sabes que el corazón por mucho que quieras callarlo siempre encuentra la forma de hablar?.
Con la agilidad que dan los 8 años de un salto te plantas delante de mí con los brazos en jarras y esa mirada de “no me vengas con cuentos que ya soy mayor” y escondo una sonrisa de esas amplias con mi pelo para que no me veas reír.
- ¿Dónde cenas en Noche Buena?.
He dado en el clavo, te veo bajar la mirada para contener de nuevo las lágrimas y en un susurro me dices tan bajito que casi no lo escucho...
- En casa de los abuelos, pero papá no va a venir. En Noche Vieja ceno en casa de los otros abuelos y es mamá la que no vendrá y yo quiero cenar con los dos como siempre.
Ya no aguantas y rompes en un llanto inconsolable, y así, vulnerable me dejas cobijarte en mi regazo y acariciar tu pelo que hace un momento volaba del revés...
- No llores, ya sé que las cosas este año han cambiado, pero cuando se quiere a alguien no importa lo lejos que esté, siempre hay forma de tenerlo a tu lado, para eso está la magia, ¿es que no te he enseñado nada?, veamos – saco un par de conchas, un cuadernito de notas y un rotulador dorado, las coloco una al lado de la otra abiertas y te alargo el cuaderno y el rotulador- esta nota se la vamos a escribir a papá, ponle lo que le querrías decir si estuviese a tu lado en la cena de Noche Buena, y esta nota se la escribirás a mamá y le dirás lo que le querrías decir en Noche Vieja, luego las guardas en las conchas y se las das una a cada uno, que las abran a las 12 de la noche y a esa hora exacta piensa en ellos, así, aunque lejos, estaréis juntos.
Me miras resplandeciente, con esmero escribes algo en cada una de las tarjetas, miras mis escamas como pidiendo permiso y te lo doy, y metes la nota con una escama de mi cola en cada una de ellas y las cierras.
- Recuerda que aunque tu papá y tu mamá ya no quieran estar juntos, tú sigues siendo importante para ellos y aunque ahora tengas que compartir los tiempos, siempre los llevarás en tu corazón y tú en el de ellos.
Me das un sonoro beso en la mejilla y me despides dejándome balanceándome en el columpio.
Recuerdo que pensé, espero que no se me congele la cola con este frío invernal.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
*Para los que no lo sabéis, lo de la gotita de agua en la frente, es de un cuento que le escribí al niño de un amigo, se llama "El secreto de la sirena", si queréis leerlo pinchad en el título y por si no queréis ir os dejo el final del cuento que es donde se explica, desde entonces mis amigos siempre me llaman poniéndose una gotita de agua en la frente... ¡la magia de los cuentos!...
"- Cuando por las noches tengas miedo, moja tu dedo en un vaso de agua y ponte una gotita en la frente, ya sabes, sin agua no puedo convertirme en sirena, cierra los ojos y yo apareceré en tu mente, pensarás que sólo me imaginas, pero estaré ahí de verdad, recuerda que antes no creías que existiesen las sirenas. Háblame, cuéntame lo que te da miedo, que yo te escucharé y me quedaré a tu lado para protegerte de todo, ¿vale?, cuando se conoce a una sirena, ya nunca se está solo."
Resto de cuentos navideños en casa de nuestro querido Gus